Kyuss o cómo unos escolares se tomaron el desierto para dar vida al stoner

Josh Homme tomó un ampli, un peyote alucinógeno e hizo del desierto el templo del stoner junto a Kyuss. Un grupo de adolescentes tomaron amplificadores, peyotes alucinógenos e hicieron del desierto el templo del stoner junto a Kyuss.

A finales de los ochenta hubo un grupo de jóvenes que aprovechó la inmensidad para armar una escena que le hizo frente al grunge y el death metal. 

Una serie de escolares aburridos de la policía que coartaba sus juntas, tomó generadores, instrumentos y se fueron a lo más profundo del desierto. 

Las generator parties, llenas de influencia punk, rock progresivo, LSD y otras naturalezas alucinógenas, fueron escenario de Katzenjammer, primer nombre de la banda que terminaría dando forma al stoner. 

Con la energía de tener entre 14 y 17 años, mucha marihuana y kilómetros de desierto, la agrupación adicta a conectar las guitarras a los amplis de bajo se convirtió en una de las favoritas de la movida: tan psicodélico como punzante. 

Calabozos y Dragones dio con “Sons of Kyuss”, primer corto y segundo apodo del grupo, hasta que en 1991 se bautizan como Kyuss, entre salidas de integrantes y una consolidación local que los llevó al estudio.

El primer LP, “Wretch”, sorprendió a la época con esa ventisca terrorífica del inhóspito desierto, que rápidamente sedujo a los metaleros. Kyuss se las arregló para no caer en las redes pesadas y elevó su autenticidad con “Blues for the Red Sun”, empezando a tocar con la parte más soft y mainstream del rock: Faith No More y Metallica. 

Es este álbum la piedra estoica que terminó de pulir el stoner. Una idea que pudo haber muerto en los noventa como un cadáver en desierto, post show escolar, pero que terminó convertida en leyenda, con bandas spin-offs.  

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