
No es Mazzy Star, ni Cocteau Twins ni My Bloody Valentine. Hay un instituto europeo y un grupo de amigas que están cambiando el dream pop y el alternativo mundial de la manera más cool posible.
¿Te gusta Astrid Sonne, Erika de Casier, Smerz, ML Buch, la chilena Molina o los hits de las New Jeans? Todas están unidas por el Rytmisk Musikkonservatorium, el Conservatorio de Música Rítmica de Copenhague.
Nació como escuela de jazz en los 80, hoy es cuna de varios de los mejores discos de la década: “Rocky Top Ballads” de Fine, “World of Work” de Clarissa Connelly, “Suntub” de ML Buch, “Great Doubt” de Astrid Sonne o “Big city life” de Smerz. Muchos editados por Escho, sello dirigido hace 20 años por Nis Bysted, profesor del RMC.



Electrónica que se baila distinto. Folk que emociona como no acostumbramos; un género onírico como canciones para elevarse, sin temerle a referencias que van del trap al trance.
Hay un hilo que les une: experimentación con lineamientos progresistas, ideas e ideales afines, colaboración y conexión con un ecosistema musical global. No hay límites geográficos en tiempos de internet, y hoy vemos cómo se eleva una escena también conocida como Cph+, y que ya incluye a exponentes extranjeros como Oklou, Chanel Beads o Jenny Hval.



Un grupo de artistas-amigas, que arman una escena de increíble factura y elegante pop, mientras miran el lago y escriben canciones para estrellas de kpop.